domingo, 20 de enero de 2013

Aisha... De cómo me atreví a comprometerme con la crianza.

7 años fue el tiempo que duré sin tener un perro. Aunque mi vida siempre ha estado rodeada por estos hermosos peluditos me traumatiza la separación cuando les pasa algo y pensé que no era justo ni con un perrito ni conmigo tener que dejarlo ir por motivos completamente ajenos a mi voluntad.
El 15 de diciembre de 2012 llegó Aisha, una pastor belga malinois que cualquiera que no conoce de canes confunde con una "linda criollita" y que desde que llegué al criadero me escogió como la persona que iba a cuidar de ella y la que ella iba a cuidar mientras Dios nos permitiera estar juntas... ella confió en mí, ella cree en mí. Dentro de una manada de perritos, cuando me senté en el piso, ella automáticamente corrió hacia a mí y se subió a mis piernas. En ese momento corroboré que uno no escoge a su perro, el perro lo escoge a uno.
A pesar de los sentimientos encontrados que generó en la casa, luego de un mes de estar con nosotros ha sido imposible no quererla, no considerarla parte de la familia, no entender el compromiso tan grande que adquirí con mamá Natura al mantener este animalito seguro y feliz y el incremento de mi interés por colaborar a todos los de su especie mientras esté a mi alcance.
Aisha me robó el corazón, me devolvió la confianza en mí misma por lo menos en cuanto a poder querer a alguien desinteresadamente, con la diferencia de tener la certeza que en este caso mi corazón está totalmente seguro, un perro no defrauda, no traiciona, no miente.
Mi mente está más clara, estoy más tranquila con lo que soy y con lo que quiero llegar a ser, siento que vuelvo a ser yo misma y por fin puedo pensar en algo distinto a todo lo que me decepcionó y me hizo sentir triste, gracias a Aisha recordé que yo si me puedo comprometer...


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