jueves, 11 de noviembre de 2010

No tengo nada en contra de la morcilla pero...

La intuición de una mujer pocas veces falla, obvio, con respecto a vida ajena porque en la propia pocas veces logra seguirla. Uno tiene ese chip que se activa cuando al novio de la amiga se le acerca cualquier "morcillita" de esa que huele a rico, pero que uno sabe que no se debe comer, que sabe que es un pecado digestivo, que se come a escondidas, porque no es respetable llevarla a un evento social de alta alcurnia, corriente pero deliciosa, dicen por ahí "pero es rica"... yo no digo que no lo sea, lo que digo es que con el tiempo engorda, hastía, y tarde o temprano no deja de ser corriente.

Es cambiar un Louis Vuitton por una mochila hippie, con la excusa de que es más cómoda y se puede tirar en cualquier potrero, además queda bien con tenis, pero la calidad no se improvisa y tarde o temprano se va a descoser, va a dejar ver todo lo que tiene por dentro y las peores vergüenzas saldrán a flote... y es cuando piensan "debí quedarme con la Louis Vuitton".
A mi el caviar no me gusta, y el whisky tampoco luego me es difícil comparar la morcillita, pero es tan simple como que usted no se va a un cocktail en jean (a no ser que sea Carlos Vives, pero a quién engaña, él es él y nadie pretende imitarlo) así que por qué en vez de andar buscando morcillas que con el tiempo lo van a hacer quedar mal cuando abran la boca y la brutalidad salga a flor de piel, no le pide a su canapé que de vez en cuando se deje comer en un picnic, que sea todo terreno, que se deje acompañar con vinito o coca-cola así usted no termina siendo el hazme reir de la fiesta y pensando "debí quedarme con la Louis Vuitton"

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