martes, 31 de diciembre de 2013

Otro año que se va...

Tengo mucho por qué dar gracias hoy. Sé que mi Tata ya no está, pero ella vivió una útil y productiva vida. Se dedicó a lo que amaba, a quienes amaba. Definitivamente un ejemplo a seguir. Crecí con mis abuelos, pero de verdad verdad, no de fines de semana, no de festividades, soy quien soy por ellos, y si soy capaz de defenderme sola ahora es por lo que ellos me enseñaron.
Aprendí a amar y a sentir dolor por perder el amor, pero aún así creo en estar destinado a una persona, creo en querer a alguien así sus planes no tengan que ver contigo. Creo en que toda la gente es bonita, solo necesitan otra oportunidad. Y gracias a eso ahora comparto con quien quiero. Gracias a eso tengo fe.
Agradezco tener una profesión y más aún ser especialista. Poder desempeñarme en mi campo y saber que hay personas que creen en mis capacidades y conocimientos.
Respeto la naturaleza y los animales, igual que a mi vida, no soy especista y me alegra tener compañia animal en mi vida. Me gustaría ser más animal.
No me arrepiento de mi nacionalidad ni mi religión. Sé que la culpa no es del territorio sino de aquellos que no generan el cambio pero no me arrepiento de mis raíces aborígenes ni de no poder llevar una vida hiperdesarrollada.
Doy gracias por quienes me rodean, por quienes me quieren, por aquel con el cual debo compartir el planeta, por mi amiga de 4 patas. Por tener fe en Dios, por escoger lo que como y lo que bebo, lo que hago y cómo lo hago. Doy gracias por empezar un nuevo año y saber que sigo contando con todo aquello por lo que doy gracias.

lunes, 16 de diciembre de 2013

No es un príncipe, no es un sapo... de cómo quiero sólo un hombre de verdad

Yo no quiero un príncipe azul. Yo quiero un hombre de verdad, con el cual pueda avanzar, que contribuya a mejorar lo que soy.
Los príncipes -al igual que las princesas- son egocentristas, requieren constante aprobación de quienes los rodean. No entienden un "no" por respuesta, buscan tener al lado a una persona que resalte todas sus bondades pero que nunca les exija ni el más mínimo cambio. Son amantes de los aduladores. Quieren todo perfecto pero respecto a su perspectiva, siempre tienen la razón y desde la infancia se han acostumbrados a que se la den. 
Un príncipe vive de ilusiones, pero no de esas que lo llevan a una vida feliz sino de esas que no requieren retos, esfuerzo ni trabajo. No soportan la frustración. No soportan que no les hagas caso. No soportan tus éxitos, en el fondo ven tus logros como una amenaza, sienten que pierden reconocimiento.
Yo prefiero un hombre real, que trabaje, que respete mis opiniones y que aunque yo no comparta las suyas entienda que las valoro y que podemos llegar a un acuerdo.
Quiero un hombre que me impulse y que me permita apoyarlo sin sentirse amenazado. Que no me compare con princesas, que tenga claro por qué soy especial para él y no tenga miedo a demostrarlo. Quiero que comprenda que la felicidad no es no tener tropiezos sino levantarnos juntos y que la perfección no depende del poder adquisitivo de cada uno sino de la dicha de tener al otro cuando no queda nada material. Tal vez lo que pida sea demasiado para muchos, tal vez por eso se demuestre que es más fácil encontrar príncipes que un hombre de verdad.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

La afinifad que hace verdaderos dramas...

No quiero conocer a nadie más de lo que me conozco a mí misma. No quiero que mi cerebro tenga bluetooth. No quiero que mis ideas y pensamientos parezcan de otro. No quiero que vayan demasiado rápido conmigo, ni que se asusten porque tenemos afinidad... porque tengo afinidad con casi todo el mundo.
Así como "la corrupción es inherente al ser humano", almacenar información poco relevante pero que define a una persona es inherente a mi personalidad; me explico, conozco el gesto exacto que dura una centésima de segundo y que hace Mr. R cuando no está de acuerdo con algo. Conozco esa palabra que Ms. N odia que le digan, así lo disimule, cuando se la están levantando. Me sé el orden exacto en que Mr. M empieza a consumir un plato y que no cambia religiosamente. Conozco la respuesta a ciertos chistes incluso antes de que me hable cuando se los cuento a Mr. T. Y son detalles que quizás a nadie le importe pero por alguna extraña razón, yo los almaceno.
Lo triste de esto, es que yo puedo oler una discusión, un final, una mentira sin siquiera tener que verlos a la cara, y para mí es triste porque cuando uno tiene el sentido de autoconservación y el instinto en modo de alerta la predisposición a cambiar con esas personas es latente y ahí comienzan los problemas.
Primero, porque uno se envidea, yo no soy showcera con el sujeto pero si soy autodramática. Yo lloro, me deprimo y culpo a la vida por conocer tanto a esa persona. Si me dan papaya confronto con indirectas y me duele en el alma cuando el silencio me corrobora que tenía razón.
Segundo, el sentido de autoconservación del otro prefiere pelear, asegurar y mentir con tal de no caer, eso le genera karma y no hay cosa que yo más deteste en la vida y que nunca olvide es que me mientan.
"Aquarius will not hold a grudge, but they will keep it in the back of their head about how crappy person you are." 
Sigue siendo complicado que yo quiera creer y empezar de cero. Hasta hice un pacto de no agresión, pero ver que de nuevo los fantasmas se me aparecen y que tengo razón, que algo no anda bien, es demasiado triste. Ver que estoy en un estado de ánimo y de salud que lo complica todo y que tal vez por no hacerme daño, por hacerme inquebrantable me están desmoronando a pedacitos, eso no termina bien. Eso es karma.
No quiero conocer demasiado a alguien, quiero alguien que me sorprenda en el buen sentido de la palabra, no quiero almacenar esa información que luego me va a hacer daño, no quiero que la afinidad me la sigan cobrando caro.

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