jueves, 29 de agosto de 2013

Aparentar tiene más letras que ser...

Podría catalogarme como una amiga ingrata. Muy ingrata. No vivo del "hoooola amiguis" ni nada de esas cosas de llamar "amiga" a mis amigas, porque ya se sabe que lo son. No soy cositera ni lambona, y si siento que vale la pena que conozcan mi opinión prefiero decírselo a que estén viviendo en algo que desde a fuera se nota que no existe. Sin embargo, a las pocas amigas que tengo, esas del alma, las quiero mucho. Así no hablemos todos los días ni todo el día, un sólo café, un almuerzo, una cerveza sirve para adelantar toda la historia que tengamos atrasada y si necesitan algo por pequeño que sea me pueden contactar. Con mis amigos aplica igual.

Con lo que nunca podré estar de acuerdo, es con eso de que uno tiene que hundirse hasta el fondo en las mentiras de los amigos. No. La misión de la verdadera amistad radica en hacer ver los errores a aquellos que queremos para no verlos sufrir más adelante, sin ser tan trascendentales, para no verlos hacer el oso en un futuro. Tampoco estoy de acuerdo con dejarme influenciar de la relación que mis amigos tengan entre sí, el ejemplo más claro es con parejas de amigos que se detestan o no se soportan pero conmigo no tocan el tema, simplemente están muy distanciados el uno del otro y eso no tiene que afectar sus respectivas amistades conmigo. Yo no tengo que interferir, no tengo que escoger, porque los verdaderos amigos no exigen sacrificios sino que ayudan a sobrellevarlos. Otra de mis premisas respecto a la amistad, es que no debo involucrar a mis amigos en situaciones que les puedan causar incomodidad si no es imperativo hacerlo. Es injusto que por hacerme un favor a mí deban poner de lado sus ideales, sus principios. No me gusta la gente solapada, no me gusta la gente que evade sus responsabilidades, no me gusta la gente que siempre culpa a los demás por sus fracasos, por su pobreza, por sus logros frustrados, porque tienen o porque no tienen. No me gusta la gente que escoge a sus amigos por tener un alto monto en la cuenta, porque viven al norte o al sur, porque les gustan los hombres o las mujeres, porque estudian o no, porque trabajan o no, no me gusta catalogar a la gente por sus posesiones o cualidades, por sus defectos, por su situación sentimental. Pero peor aún, no me gusta la gente que se cataloga a sí misma por estas características. Porque creen que no encajan en un nicho que les exige dinero, andar a la moda o hablar otro idioma para ser alguien respetable.

Eso no es amistad, la amistad acorta distancias, no entiende de estratos y es el mejor empujón para sacarnos de esas situaciones que nos molestan de nosotros mismos, sin dejar de ser quien somos, sin avergonzarnos de lo que tenemos o de lo que no. La amistad no miente ni exige alcahuetear mentiras, no exige lealtad en contra de nuestros principios, no exige rivalidades ni permite humillaciones. Dice la verdad de frente y aún así prevalece. No miente, no aparenta y valora a quienes tiene por lo que son pero principalmente si queremos ser amigos de verdad tenemos que valorarnos por lo que somos, no convencer al mundo de querer a una apariencia, porque aparentar tiene más letras que ser y por eso es más sencillo ser que aparentar.

"Tranquillité d'esipirit"

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