miércoles, 13 de noviembre de 2013

Después de los gozosos... llegan los embarazosos

Cuando uno ha tenido el mejor día del año, el resto solo puede ser descenso. Baby B. como siempre prefirió evitar confrontaciones y dejó que todo fluyera, al fin y al cabo esa es su zona de confort, donde no debe pelear, donde solo sonríe y todos son felices... por fuera.

No exige nada, y no quiere profundizar en lo que sabe que la aterra. Darse cuenta que no es la misma, que sí ha cambiado y que estar en esta situación la hace cambiar aún más. Que no tiene el control de nada diferente a la rutina de todos los días pero que su cabeza por dentro da mil vueltas como una molécula tetravalente. Un día ama, otro detesta, un día amanece queriendo darlo todo y se estrella contra un muro indiferente que le recuerda que no debe volar tan alto con ese sentimiento. Al día siguiente quiere dejar todo y decide que definitivamente no quiere estar en ese juego porque siente que se merece algo mejor y que no le costó tanto salir de ahí como para volver a quedarse estancada en medio, pero se estrella con la nube de sentir que vale la pena soñar otro poquito y que tal vez algún día todo podrá mejorar y tomar forma, la forma que ella quiere, que algún día quiso.

Ha tocado fondo, porque jamás pensó que podría tener tanta paciencia, que podía ser tan tranquila y tolerante, porque se ha dado cuenta que tal vez la lección que debe aprender es que no todo se debe solucionar de inmediato y hay cosas que tienen un tiempo exacto para suceder y no tiene que darse cuando ella quiere, como está acostumbrada. Al final, siempre habrá valido la pena, incluso si vuelve a ser una decepción, será momentáneo porque todo ciclo por el que ha pasado le ha dejado claro que no podía haber sido de otra forma, ella siempre está en el momento indicado en la situación indicada y con la persona indicada. Que no existen las coincidencias, que el señor Destino le ha preparado cada segundo de su existencia para formar una historia que vale la pena vivir, que vale la pena aprender, que vale la pena recordar.

Finalmente decide esperar, ya ha tenido su mejor día del año, lo disfrutó, lo sintió y lo vivió al máximo, recordó lo que tanto le gustaba de ser quien es y por qué debía volver a esa situación, la vida se lo debía, ella misma se lo debía, él se lo debía, se lo debían. Darse cuenta que no todo tiene que ser malo. Que cada cosa finalmente encaja en su lugar y que en definitiva aún no ha llegado el momento del "finalmente".

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