lunes, 16 de diciembre de 2013

No es un príncipe, no es un sapo... de cómo quiero sólo un hombre de verdad

Yo no quiero un príncipe azul. Yo quiero un hombre de verdad, con el cual pueda avanzar, que contribuya a mejorar lo que soy.
Los príncipes -al igual que las princesas- son egocentristas, requieren constante aprobación de quienes los rodean. No entienden un "no" por respuesta, buscan tener al lado a una persona que resalte todas sus bondades pero que nunca les exija ni el más mínimo cambio. Son amantes de los aduladores. Quieren todo perfecto pero respecto a su perspectiva, siempre tienen la razón y desde la infancia se han acostumbrados a que se la den. 
Un príncipe vive de ilusiones, pero no de esas que lo llevan a una vida feliz sino de esas que no requieren retos, esfuerzo ni trabajo. No soportan la frustración. No soportan que no les hagas caso. No soportan tus éxitos, en el fondo ven tus logros como una amenaza, sienten que pierden reconocimiento.
Yo prefiero un hombre real, que trabaje, que respete mis opiniones y que aunque yo no comparta las suyas entienda que las valoro y que podemos llegar a un acuerdo.
Quiero un hombre que me impulse y que me permita apoyarlo sin sentirse amenazado. Que no me compare con princesas, que tenga claro por qué soy especial para él y no tenga miedo a demostrarlo. Quiero que comprenda que la felicidad no es no tener tropiezos sino levantarnos juntos y que la perfección no depende del poder adquisitivo de cada uno sino de la dicha de tener al otro cuando no queda nada material. Tal vez lo que pida sea demasiado para muchos, tal vez por eso se demuestre que es más fácil encontrar príncipes que un hombre de verdad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Powered By Blogger